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remos se hundan en las aguas y salan como empapados de plata helada. Las plumas de los guerreros
se balanceaban bajo el viento y las gemas de las empu aduras y arneses resplandecan con una luz
helada.
La fra luz de la luna iluminaba tambin las joyas que adornaban los negros rizos de Belit cuando
extendió su hermoso cuerpo sobre una piel de leopardo colocada sobre la cubierta. Apoyada sobre los
codos y con la barbilla entre las manos, la joven observaba el rostro de Conan, que estaba acostado a su
lado con la oscura melena agitada bajo la tenue brisa. Los ojos de Belit eran como oscuras gemas que
ardan a la luz de la luna.
-El misterio y el terror nos rodean, Conan, y nos deslizamos hacia el reino del horror y de la muerte -
dijo Belit-. Tienes miedo?
Por toda respuesta, l se limitó a encoger los hombros, cubiertos con la cota de malla.
-Tampoco yo tengo miedo -repuso ella con aire meditabundo-. Jams lo tuve. He contemplado
demasiadas veces los desnudos colmillos de la muerte. Dime, Conan, temes a los dioses?
-Yo no pisara sus sombras -contestó el brbaro prudentemente-. Algunos son malignos y otros son
propicios; al menos, eso afirman sus sacerdotes. Mitra, la diosa de los hiborios, debe ser una diosa
fuerte, porque su pueblo ha construido ciudades en todo el mundo. Pero hasta los hiborios temen a Set.
Y Bel, dios de los ladrones, es un dios bueno. Cuando yo era ladrón, en Zamora, aprend mucho de l.
-Cómo son los dioses de tu pueblo? Nunca te he odo hablar de ellos.
-El dios principal es Crom, que vive en una gran monta a. Pero de nada vale invocarlo. Le importa
muy poco si los hombres viven o mueren. Es mejor callar que reclamar su atención, ya que suele
enviar desdichas y no fortuna! Es implacable y sin compasión, pero infunde poder para luchar y matar
en el momento de nacer. Qu ms puede pedir un ser humano?
-Y cómo es vuestro mundo, ms all del ro de la muerte? -insistió ella.
-En el culto de mis gentes no hay esperanza aqu ni en el ms all -respondió Conan-. En este mundo
los hombres luchan y sufren en vano, y sólo encuentran placer en el torbellino enloquecedor de la
batalla; una vez muertos, sus almas entran en un reino gris, lleno de nubes y azotado por vientos
helados, donde vagan tristes y melancólicas durante toda la eternidad.
Belit se estremeció y dijo:
-Por mala que sea la vida, es mejor que semejante destino. T qu crees, Conan?
El cimmerio se encogió de hombros una vez ms y dijo:
-He conocido muchos dioses. Quien niegue su existencia est tan ciego como el que confa en ellos
con una fe desmesurada. Yo no busco nada despus de la muerte. Puede que exista la oscuridad de la
que hablan los escpticos nemedios, o el reino helado y nebuloso de Crom, o las llanuras nevadas o los
grandes salones de piedra del Valhalla de los habitantes de Nordheim. No lo s, ni me importa. Que me
dejen vivir intensamente mientras viva; quiero saborear el rico jugo de la carne roja y sentir el sabor
cido del vino en mi paladar, gozar del clido abrazo de una mujer y de la jubilosa locura de la batalla
cuando llamean las azules hojas de acero; eso me basta para ser feliz. Que los maestros, los sacerdotes
y los filósofos reflexionen acerca de la realidad y la ilusión. Yo sólo s esto: que si la vida es ilusión,
yo no soy ms que eso, una ilusión, y ella, por consiguiente, es una realidad para m. Estoy vivo, me
consume la pasión, amo y mato; con eso me doy por contento.
-Pero los dioses son reales -dijo ella, siguiendo la lnea de sus pensamientos-. Y por encima de todo
estn los dioses shemitas: Ishtar, Ashtoreth, Derketo y Adonis. Bel tambin es shemita, pues nació en
la antigua Shumir hace muchsimo tiempo y entró en el mundo riendo, con su barba rizada y sus ojos
picaros e inteligentes, a robar las joyas de los reyes de la antigedad.
-Existe la vida ms all de la muerte; yo lo s, y tambin s esto, Conan de Cimmeria -dijo Belit
ponindose gilmente de pie y estrechndole con un abrazo de pantera-: S que mi amor es ms
fuerte que la muerte! Me has estrechado en tus brazos, jadeando con la violencia de nuestro amor; me
has cogido y estrujado y me has conquistado, atrayndome el alma a tus labios con la violencia de tus
hirientes besos. Mi corazón est soldado al tuyo; mi alma es parte de tu alma! Si yo muero y t
tuvieras que luchar por tu vida, yo volvera del abismo para ayudarte; s, lo hara tanto si mi espritu
flotara bajo las velas purpreas del mar cristalino del paraso, como si se retorciese entre las llamas del [ Pobierz całość w formacie PDF ]

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